

CLUB GENTE T
EL AMOR POBRE Y HUMILDE. EL CAMINO DE JESUCRISTO.
Adaptación y trabajo a partir del texto original de Fr. David Morrier, TOR-Steubenville. Marzo 2012

AMOR POBRE Y HUMILDE.
AMOR POBRE Y HUMILDE.
Uno de los regalos mas espléndidos de la fe cristiana es que la verdad nos hace libres (Jn 8:31-32). Una virtud esencial que nos habilita para comprender la verdad sobre nosotros mismos es la humildad. Al desarrollar esta virtud, finalmente, percibiremos nuestra pobreza espiritual o un estado absoluto de no-ser-completos y que dependemos de Dios, un concepto que Jesús remarcaba como algo importante en sus enseñanzas y que Mateo la escribió en primer lugar en las Bienaventuranzas (Mat 3:3).
Cuando somos pobres en espíritu, el “terreno” de nuestro ser está más capacitado para recibir los muchos dones de Dios o “semillas”, especialmente su amor, y produce el fruto que Él está buscando (Mc 4:3-20). De esta manera, haciendo lo que nos lleva a nutrirnos de un Cristo predispuesto a la humildad, el amor pobre nos permite crecer en entereza y esperanza que glorifican a Dios y nos conducen a la felicidad eterna con El en el cielo.
Para evaluar si hemos abrazado la llamada a ser pobres en espíritu, podemos preguntarnos:
1-¿Soy un dios para mí mismo que lleva la voz cantante y no necesita de nadie?
2-¿Soy rápido para juzgar, encasillar y/o menospreciar a los demás con desdén debido a mis cualidades superiores?
3-¿Utilizo de forma interesada mecanismos para afrontar y/o me obsesiono por compensar, el no ser lo suficientemente atractivo, el no ser capaz de hacer todo lo que quisiera hacer, de no ser lo fuerte, o lo atlético, o lo popular, o lo inteligente, o lo rico que quisiera, o de no tener el control de las cosas, etc?
4-¿Reacciono de forma negativa para justificar críticas, especialmente de aquellas que vienen de los más jóvenes, o de los que tienen menos estudios, o menor habilidad, o menos experiencia que yo?
5-¿Me resisto a pedir perdón y buscar la conversión cuando falto a la verdad?
6-Cuando reflexiono sobre situaciones donde actúo sin caridad, ¿habría pecado en la forma que lo hice si las hubiese abordado con más disposición de humildad y pobreza?
Si tu respuesta es que “Sí” a una o mas de estas preguntas, este tema puede ayudarte a crecer en humildad.

Crecer en humildad
Crecer en humildad no significa una valoración destructiva ni deshumanizante de lo que somos ni que nos convirtamos en un felpudo para otros. La persona humilde tiene una conciencia exacta y representa la verdad de para qué Dios le creó a él o ella.
La raiz de la palabra humildad viene de la raiz Indo-Europea ghôm, que significa humus o “de la tierra”. Esto nos recuerda cómo Dios creó a Adam, moldeando la tierra y exhalando en él su aliento de vida (Gen 2:7).
Uno podría reconocer esta raíz en la palabra humano. Juntas, estas palabras reflejan las verdades esenciales sobre nuestra naturaleza.
La sección I comparará y contrastará las naturalezas de Dios como Creador y la de la humanidad como lo creado.
La sección II se centra en cómo Dios ama por caminos de humildad y pobreza.
Las secciones III y IV proponen ideas para crecer en humildad.

cómo Dios actúa

I: Creador y creado
Sección I –
Comparar y Contrastar
Para Dios y el ser humano, humildad significa conocer las características de su ser (es decir, capacidades para influir en las personas y en las cosas) y actuar según dichas características. Para Dios el ser divino se puede describir como el tener las últimas capacidades de existencia y actuación. Para el ser humano, humildad significa conocer y vivir de acuerdo a cómo Dios nos ha creado, ni más ni menos. Desde que nosotros fuimos hechos a la imagen y semejanza de Dios (Gen 1:26-27) el ser humano tiene muchas cualidades similares a las de Dios pero de una manera muy limitada.
1. Dios – Sin comienzo ni final (nadie ni nada lo trajo a la existencia). Humanidad: Dios da al ser humano el regalo gratuito de la vida o de su existencia. Por tanto, tenemos un comienzo (Jn 1:3).
2. Dios - Amor Infinito. Humanidad: capacidad limitada para recibir y dar amor. Dios nos inicia y nos da poder para amar (1 Jn 4:19). A cambio, resulta adecuado para nuestra condición conocer y amar a Dios, a nuestros vecinos y a nosotros mismos (Mt. 22:37-39). (En la sección II desarrollaremos este punto con más detalle).
3. Dios - Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen una naturaleza divina común y unas personalidadades divinas claras. Humanidad: los hombres y las mujeres tienen una naturaleza humana común (necesidad de comida, ropa, agua, dormir, etc) y unas personalidades humanas claras (incorporada en la capacidad de relacionarse, especialmente como hombre y mujer para formar una comunión de amor) como Dios pero con un leve reflejo de Sus cualidades.
4. Dios – Dignidad Infinita. La humanidad: posee dignidad en tanto en cuanto compartamos en la dignidad de Dios. Por aquello por lo que somos bautizados, humildad involucra conocimiento y regocijo en el regalo añadido de ser verdaderamente hijos de Dios y herederos del Reino del Cielo (Rom 8:15-17)
5. Dios – La más Alta autoridad (Dios no se subordina a nadie). Humanidad: como criaturas de Dios, una parte integral de nuestra existencia incluye el reconocer y el estar completamente sumiso bajo la autoridad de Dios.
6. Dios – Nunca cambia. La humanidad – Nosotros cambiamos mientras crecemos, envejecemos y morimos.
7. Dios – Totalmente Suficiente por sí Mismo e Independiente (no necesita de nadie ni de nada para existir). La humanidad – es dependiente/insuficiente por sí misma para reunir todas nuestras necesidades, físicas, sociales, intelectuales y espirituales (1 Cor 4:7). Todas las cosas buenas son proporcionadas por Dios. (Deut 26:11; Jam 1:16-17)
8. Dios – Omnipresente (presente siempre y en todo lugar). La humanidad – Limitada a existir dentro de un espacio y tiempo definido.
9. Dios – Todo Poderoso (Evidencia: creó el universo entero y todo lo presente dentro de él). La humanidad: fundamentalmente se encuentra impotente / limitada / frágil / vulnerable. En Juan 15:1-6, en la parábola de la vid y el sarmiento, escuchamos que sin mí no puedes hacer nada. Dios hizo afrontar a Job en su impotencia en comparación consigo Mismo (Job 38-40). En 2 Cor 4:7 se nos compara con una vasija de barro que contiene el poder de superación de Dios. No se nos ha dado poder para ganar la salvación mediante nuestros propios esfuerzos (Mat 19:24-26) y muchas partes de nuestra vida se encuentran fuera de nuestro control (la familia, el país de nacimiento, el comportamiento de los demás, el tiempo atmosférico, las situaciones de la vida, etc). Nuestro cuerpo, alma y espíritu es limitado de casi todas las maneras. (Ej: podemos correr sólo muy rápido, ser sólo muy inteligentes) y somos vulnerables a muchas entidades/factores que pueden herirnos y/o matarnos
10. Dios – Todo Complicidad/La Verdad Personificada. La humanidad tiene un conocimiento pequeño en comparación al conocimiento infinito de Dios (Is 55:8-9). San Agustín estableció que podemos conocer por nosotros mismos solamente en el grado en el que conozcamos a Dios quien nos lo revela a nosotros (Confesiones B5, C10). San Bernardo estableció que “El conocimiento de la verdad es el fruto de la humildad”.
11. Dios – En el Sufrimiento Dios es incapaz de sufrir. La humanidad: sufre debido a las pasiones trastornadas y heridas infligidas (causadas) por la creación, otros y/o nosotros mismos en la forma de a) no proporcionado por las necesidades legítimas del cuerpo, alma (intelecto, voluntad, psicológico, emocional, imaginación) y espíritu y/o b) violación de los límites de nuestro cuerpo, alma y/o espíritu.
12. Dios – Todo Santidad (Dios es infinitamente sagrado, espiritualmente puro y digno de toda veneración). La humanidad: es espiritualmente impura debido al pecado y solamente es santa por medio de la redención gradual de Dios. Desde la caída, sufrimos la voluntad debilitada, la inteligencia nublada, y pasiones desordenadas. Nuestros pecados son las únicas cosas que podemos atribuirnos y hemos incurrido en una enorme deuda moral que nunca podremos pagar o librarnos de alguna manera por nosotros mismos (Mat 18:23-27).

Modelos
de Amor
Sección IV:
¿Cómo Podemos Ser Modelos
de Amor Pobre y Humilde?
Crecer en humildad por medio de la integración de los principios de la sección anterior implica auto vaciarse de forma equilibrada que es, fundamentalmente, un regalo de vida para nosotros mismos, aquello a lo que Jesús vino a darnos en abundancia (Juan 10:10). Mientras ganamos un sentido saludable del ser desde este proceso, la prudencia dicta cuando podemos pasar a la heroica segunda fase de vaciarnos de nuestras vidas por los demás por amor a ellos (Jn 15:13). El autor piensa que si intentamos hacer lo segundo antes, realizaremos lo primero con suficiencia, especialmente cuando no tenemos un sentido saludable del ser debido a muchos motivos posibles, realmente podríamos herir nuestro desarrollo humano y espiritual (i.e. como rezando algunas partes de la oración “La Letanía de la Humildad”). Jesús ya tenía un perfecto sentido del ser por lo cual para ser vaciados, empecemos por cambiar.
Sección V: Conclusión.
Creciendo en humildad eliminamos nuestro orgullo, lo cual nos permite llegar a ser conscientes y aceptar nuestra total pobreza o vacío por lo que podemos pedir ser llenados con los dones de Dios, especialmente el amor (Ef 3:14-21). Con una disposición de amor pobre y humilde, podemos encarnar una postura “de petición” amable y dócil que espera preparado y sigue al Señor en todas las cosas. Siendo verdaderamente pobres en espíritu nos vaciamos de nuestros propios desórdenes para que podamos experimentar, frente a la vida, una actitud contemplativa, fortalecida y centrada en Dios. Por el contrario, podemos tener, frente a la vida, una postura egoísta y “quejica” donde tratamos de controlar las cosas para encontrar nuestro camino porque en realidad no confiamos en los caminos de Dios. Este enfoque limitado, egocéntrico y autosuficiente nos hace efectivamente dioses impropios para nosotros mismos donde lo más probable es que queramos doblegar, deshacer nos y/o ignorar a Dios, a los demás, a los proyectos e incluso a partes de nosotros mismos que no hacemos cosas según nuestra agenda. En resumen, en el grado en que seamos humildes, la gracia de Dios y el amor penetrarán y transformarán nuestras vidas para mayor felicidad. Inversamente, en el grado en que seamos orgullosos, no seremos bendecidos por Su gracia y amor y por tanto sufriremos las consecuencias negativas. Que podamos escoger el camino de amor pobre y humilde así como cobrar vida en Dios. Amén.
Sección II – Cómo Dios Modela la Humildad y el Amor Pobre.
De particular interés es el cómo Dios actúa humildemente mediante la revelación voluntaria o involuntaria limitando el uso de Su capacidad extra de amar a la humanidad. Por ejemplo, Él da a la humanidad la libertad para elegir y voluntariamente aceptar esas elecciones mediante la no intervención cuando Él podría porque el amor verdadero nunca manipula o interfiere con el otro. El Padre adopta una actitud humilde dando lo mejor de ÉL (su Hijo, Jesús) para el beneficio de la humanidad. Jesús, rebosando amor del Padre y humanidad, voluntariamente: 1) se humilló/vació para asumir las limitaciones de la naturaleza humana (Phil 2:5-7) en una familia pobre; 2) se humilló/vació de incluso las capacidades normalmente asociadas con el estado humano, dejándose torturar y matar en muerte de cruz. (Phil 2:8-3) y cada día “Permite regocijarse al cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, se presenta en el altar en las manos del sacerdote”. ¡Oh, divina humildad! ¡Oh divinidad humilde! (St. Francis LtOrd 26-28). El Espíritu Santo continúa el trabajo del amor humilde mediante la humanidad autorizada a seguir los pasos de Jesús para hacer la voluntad del Padre. Totalmente asombroso.

quienes somos ante Dios
Sección III – ¿Cómo Podemos Crecer en Humildad?
La lucha que el ser humano tiene con la humildad es debido a que no tenemos un entendimiento completo de la verdad de nuestra naturaleza humana dirigiendo nuestras acciones hacia una existencia desordenada. Para ser humilde, necesitamos tener un entendimiento exacto de quienes somos en Dios, ni más ni menos, y luego vivir deacuerdo a esa verdad.
Conocer y vivir de acuerdo a quienes somos ante Dios.
1. Pide a Dios un deseo profundo para crecer en la virtud de ambas humildades, la intelectual y la experimental.
2. Reflexiona en verdadera oración el material anterior a esta sección. Mientras se hace esto, la mayoría de nosotros probablemente llegaremos a ser muy conscientes fundamentalmente de nuestro estado de pobreza ante Dios. Se podrían comparar las diferencias entre Dios y la humanidad existiendo como las diferencias entre la humanidad y las hormigas con la excepción de que las diparidades entre Dios y nosotros es mucho más grande.
3. Realizar una elección fundamental para entregar todo nuestro ser a Dios (cf. Primera parte del folleto Un Fundamento Espiritual) y renovarlo frecuentemente. Podemos intentar ser autorizados mediante el Espíritu a seguir las huellas de Jesús (Lk 9:23) para hacer la voluntad del Padre.
4. Desarrollar una disposición de aproximación a Dios en Sus términos, no en los nuestros. Necesitamos reconocer que no entendemos cómo Dios ha puesto en marcha toda la vida (Is 55: 8-9) y estar deseando presentar a la disciplina de Dios en Su horario, usando Sus métodos, obteniendo el resultado que Él desea, a pesar de las dificultades asociadas que conlleva. En pocas palabras, reiteradamente preguntamos: “Dios, ¿Qué tengo yo que hacer para que Tú puedas hacer lo que tengas que hacer en mi vida?” (cf. Conversión: folleto En Busca de la Santidad).
5. Necesitamos pedir reiteradamente por la serenidad para reconocer la existencia y/o el misterio de las cosas que no podemos cambiar (especialmente el pecado, el mal y el sufrimiento en nuestra realidad (cf. folleto El Misterio del Sufrimiento)), valor para cambiar las cosas que podemos cambiar y sabiduría para conocer la diferencia del cambio.
6. Con valentía, pedir a Dios que nos proporcione circunstancias a nuestras vidas que nos ayuden a crecer en humildad. Te podrías sorprender de con que rapidez y efectividad Dios responde a esta oración para eliminar distorsiones y/o ratificar el regalo que Él nos ha dado.
7. Pedir a Dios que nos muestre el camino que Él ve para nuestro corazón. Si hay algo feo dentro de él cuando Él actúe, estar seguros de seguir Sus directrices así como no hacer ningún daño cuando tratemos de eliminar eso que es feo (Mat. 13:24-30). No queremos ser un toro en la tienda de porcelana de nuestros corazones.
8. Pedir a aquellos con quienes tenemos relaciones más transcendentales qué comportamientos perciben y/o creen que necesitan de conversión (puntos ciegos que puedan poner pegas). Luego podemos buscar la conversión necesaria para ayudarnos a crecer en la más grande plenitud y santidad.
9. Preguntarle a Dios si despreciamos a alguien y, si así fuese, ¿Por qué? y ¿Qué Él quiere que nosotros hagamos al respecto?
10. Haced una audaz lista moral de toda la gente a la que le hemos hecho daño, y, cuando sea prudente, pedirles perdón.
11. Haced uso periódicamente del Sacramento de la Reconciliación (en cualquier lugar desde una vez a la semana hasta una vez al mes).
12. Leer el folleto Llegar a Saber que Tú Eres Amado: Abrazando al Leproso y hacer el ejercicio mental propuesto en él.
13. Pedir a Dios que nos muestre todas las formas en que rechazamos ser obedientes, tanto abierta o encubiertamente, para esto Él ha colocado en legítima autoridad sobre nosotros, arrepentimiento y sumisión (i.e ¿Respeto el límite de velocidad y, si no, por qué no y mis razones se justifican ante los ojos de Dios?).
14. Reflexionar sobre cómo los santos como San Francisco de Asís y Beata Madre Teresa encarnaron la virtud de la humildad en sus vidas y en las órdenes que fundaron. Debido a la humildad ellos/sus órdenes llegaron a ser poderosos instrumentos utilizados por Dios para redimir al mundo.
15. Reflexionar sobre lo que significa ser como niños y cómo se relaciona con el Reino de Dios – Los niños claramente viven en un mundo de vulnerabilidad y dependencia en los adultos, muy parecido a lo que Jesús decía de que deberíamos tener hacia Dios (Mt 18:2-4; Mc 10:15). Para llegar a ser más como niños, trataríamos de reapropiarnos de otras cualidades positivas tales como el asombrarse, el maravillarse, el alegrarse, el confiar, el innovar, la curiosidad, no llevarse a uno mismo a ser demasiado serio y ser más sociables en vez de estar tan atareados.
16. Atender a los más vulnerables, como los niños (Mt 18:5; Mc 9:36-37; Lc 9:47-48) y aquellos en necesidad (Mt 25:31-46). En el acercamiento hacia ellos, nos acercamos más a Cristo y Le amamos (Lc 9:46; Mc 9:33-35).
17. Mentalmente dejar que Jesús mire profundamente en el interior de nuestros ojos.
18. Cuando nos comparamos, podemos llegar a estar orgullosos cuando percibimos que tenemos más dones que otros pero podemos perder la esperanza cuando encontremos a alguien que tiene más que nosotros. Para tener perspectiva, reflexionar mirando a dos briznas de hierba; una brizna será más grande que la otra (nuestra perspectiva) pero cuando vuelan a un kilómetro de nuestras cabezas, uno no puede ver la diferencia en absoluto (la perspectiva de Dios).
19. Anotar y reflexionar sobre todas las escrituras contenidaas en este folleto y hacer una búsqueda de las palabras “humildad” y “humilde”. (i.e. Mic 6:8; Ps 51:19)
Ni Más – correcciones para los caminos que intentamos crearnos más de lo que realmente somos.
1. Reflexionar sobre todas las formas de pecados capitales, especialmente el orgullo y la avaricia, que están realmente motivándonos a compensar necesidades y/o deficiencias en nuestra naturaleza de forma no alineada a la voluntad del Padre (i.e. Adán y Eva [Gen 3:1-13]; drogas, sexo, alcohol, etc. ). Esto es, a diferencia de Jesús que, después de 40 días en el desierto, tenía mucha hambre pero todavía hizo únicamente aquello que el Padre quería a pesar de las tentaciones de Satanás para hacer lo contrario. Una vez conscientes de nuestros vicios, necesitamos preguntar a Dios por el cómo vaciarnos de nuestros comportamientos desordenados y dejar que Dios llene nuestras necesidades según Su voluntad (cf, folleto Conversión, La Búsqueda de La Santidad).
2. Como adelantábamos en las prácticas de la fe, inconscientemente podemos sufrir de un crecimiento insidioso en el orgullo espiritual. Recuerda que Dios se opone al orgullo, incluso cuando se tiene razón. Reflexionar sobre la culpabilidad por ser de alguna manera como el Fariseo en el templo con el recaudador de impuestos, puede ayudar a neutralizar este problema (Lk 18:9-14).
3. Ayuno – a pesar de todo el poder, prestigio, posesiones, etc, que hemos acumulado, solamente negando una necesidad básica, como la comida, que rápidamente nos recuerda con qué facilidad podemos perder todo lo que apreciamos y qué dependencia tenemos de Dios (cf, folleto Ayuno: Ejercicios Espirituales Completos).
4. Orando postrados, en nuestro lugar sagrado, nos puede ayudar a conectar con nuestra sencillez.
5. Reflexionar sobre escrituras tales como: No hacer nada por egoísmo o por vanagloriarnos (Fil. 2:3-4). A É l conviene engrandecer; a mí, empequeñecer (Jn 3:30). Quien se ensalce será humillado, quien se humille será ensalzado (Lc 14:7-11).
Ni Menos – Reconocer y regocijarse de los dones que Dios nos ha dado.
Dios espera que agradezcamos y nos regocijemos en los muchos e inmerecidos dones que hemos recibido de Él (Heb 13:15). Es falsa humildad el o hacerlo así. Por favor, lee y reflexiona sobre el folleto La Actitud de la Gratitud para lograr este objetivo y acoger una disposición de ser un buen administrador de todos los dones que se nos han regalado.
La humildad no quiere decir que nos convirtamos en felpudos. Esto es símbolo de nuestra permisividad para con otros y/o nosotros mismos (por cualquier motivo) para violar la dignidad que Dios nos dá, cuando Él no quiere que eso suceda. Esto también se aplica a nuestro afán de denigrarnos y destruirnos con nuestras propias palabras. La verdadera humildad significa conocer nuestra dignidad, nuestro talento y poder que proviene de Dios y actuar de tal forma que dé evidencias de ello por medio del vivir en humildad, amor pobre siguiendo la voluntad del Padre. Ej: el Padre deseaba que Jesús se defendiera bien de los ataques de los líderes religiosos la mayor parte de su vida. Al final de su vida terrenal, el Padre deseaba que Jesús se sometiera a sus ataques en su pasión y muerte (Mc 14-36) mientras que desprecia su vergüenza (Heb 12:2).
brar vida en Dios. Amén.

