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Perdonar a los demás de Corazón.

Señor, haz me instrumento de tu paz.


Perdonar

“Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.”  (Lc. 11,4)  Esta frase muy familiar en el “Padre Nuestro” nos recuerda porque es tan importante perdonar a los que nos ofenden; porque para recibir la misericordia del Padre primero tenemos que perdonar a los que nos ofenden.  Esto incluye no poner ningunas condiciones en el perdón (por ejemplo: “Te perdono si/pero..”).



Sin embargo, antes de que podamos hacer esto tenemos que ver primero lo que nos llevó a experimentar la rabia.  (Cf. “Conflict Resolution Series Part 1 de 5 : Construir Sanos Limites”) y como trabajar personalmente para poder eventualmente ser capaces de perdonar, por lo menos de cabeza (Cf. Conflict Resolution Series Part 2 de 5: Pasar de la rabia al perdón).  Perdonar de corazón (que simbólicamente representa nuestras relacionales/experienciales capacidades, especialmente nuestras emociones) es el próximo paso hacia el perdón que Jesús nos manda (Mt. 18,35).  Este folleto nos ofrecerá una ayuda para abrirse a la gracia/misericordia de Dios para sanar el corazón de modo que uno pueda perdonar de corazón.  Alguien puede decir que uno no puede dar lo que no tiene, entonces si tú reconoces en ti la necesidad de perdonar, de la sanación interior (usualmente necesitado cuando uno sufre de su imagen inferior), entonces los ejercicios ofrecidos en los folletos “Reconocer que eres amado” pueden ser útiles.  Si después de un tiempo realices que estos no son de ayuda, entonces relacionar con un amigo, buscando consejos profesionales (Cf. University Wellness Center) Trauma Terapia (Cf. Traumatherapy.us) y/o Theophostic Prayer Meeting (Cf. Theophostic.com) pueden también ser de ayuda.



Cuando intentamos  perdonar sin procesar la situación completamente, esto puede resultar en llenar las emociones/ofensas no resueltas y obstaculizar  nuestra capacidad de perdonar bien.  El perdón autentico requiere antes que nada el reconocimiento profundo de nuestras ofensas y las consecuencias de las ofensas. Sólo cuando esto se hace Dios puede sanar lo que causa el desorden emocional y cognitivo, haciéndonos capaces de perdonar de corazón y experimentar los frutos del Espíritu, como paz, alegría y amor (Gal. 5, 22-23)
En el proceso de sanación el perdón es esencial aunque esto pide mucho tiempo y probablemente no sea fácil.



EJERCICIOS DEL OJO DE LA MENTE
(Mind’s Eye Exercise)

Una maravillosa herramienta para ser conscientes de lo que nuestro corazón siente  para permitir a Dios que lo sane es el ejercicio del “ojo de la mente”.  En la oración uno puede tener un sueño guiado por el Espíritu que da al corazón la oportunidad de expresar su verdad a través de la imaginación.  Esto es muy similar a los ejercicios ignacianos que consisten en usar nuestra imaginación junto a la inspiración de Dios para ponernos dentro de varias escenas de la Sagrada Escritura u otros momentos/temas de la historia de la salvación.  De esta manera podemos ser transformados fuertemente a través de la experiencia de las verdades que Dios nos hace experimentar en estos encuentros.

Mientras hacemos estos ejercicios tenemos que resistir a la tentación de controlar el éxito y/o analizar la imagen mientras se desenvuelve.  Recuerda, los ejercicios que están aquí son sólo una sugerencia  para iniciar.  Por favor, se flexible, y deja a Dios la libertad de llevarte a donde Él quiera.  Cuando las situaciones llevan a algún sentimiento con el que estamos atrapados, podemos invitar a Jesús a que nos muestre lo que tenemos que hacer.  Hacer referencia a los asuntos o a las imágenes que nuestro corazón trae a la superficie aunque esto sea desagradable. Si creemos sinceramente que estos asuntos son demasiado agobiantes para tratar, entonces necesitamos cerrar suavemente  el ejercicio cuanto antes podamos.  Luego pedir a Dios cuál es el paso siguiente y seguirlo.  Hace falta buscar la ayuda de las personas calificadas  para esto y hacerlo cuanto antes si es necesario.  Si los asuntos que se levantan no son tan agobiantes, esto puede ser una oportunidad para el Señor para ayudarte a crecer y sanar.  Si dejamos que nuestra mente interfiera a la fuerza con el ejercicio probablemente heriremos nuestro corazón de nuevo y reforzaremos la nuestra convicción de que el corazón no puede compartir lo que cree o siente.  Entonces esto retornará  al subterráneo y continuará a causar dolor, bloqueando la nuestra capacidad de dar y de recibir amor.

Como en todas las formas de oraciones, por favor ejercite el espíritu de discernimiento.  Si cualquier figura sobrenatural empieza a contradecir el deposito de fe como salvaguardado del Magisterium de la Iglesia Católica y/o si pierde el sentido de la paz divina, entonces rezad un Padre Nuestro o la oración a San Miguel para aprobar/despojar lo que no viene de Dios.  Si esto no funciona, es mejor dejar aquel particular ejercicio hasta que nos sanemos de otras maneras y/o consulte con su confesor o director espiritual.



EJERCICIOS PARA PERDONAR

1. PASOS BIBLÍCOS
Esto puede ser útil para hacer mind’s eye ejercicio y/o Lectio Divina:


a. Jesús modelo de cómo Él perdonó a los demás: Jesús perdonando al Paralítico (Mt. 9:1-8 & Lc. 5:17-26); la Mujer Adúltera (Jn 8: 3-11); Jesús perdonando desde la Cruz (Lc23:34).


b. Como la Biblia nos manda perdonar: Padre Misericordioso (Lc 15:11-31); la pregunta sobre cuantas veces tenemos que perdonar y la Parábola del Siervo Cruel (Mt 18:21-35); Padre Nuestro y el comentario de Jesús sobre el perdón (Mt6:9-15; Lc11:1-4); Bienaventuranzas(Mt 5-7); Amar y perdonar a los enemigos (Lc 6:27-36); el Mandamiento a perdonar (Ef 4:32; Col 3:13, 2Cor 2:5-11).
 

2.  EL COFRE DEL TESORO

Imaginémonos delante de Jesús cuando fue colgado en la Cruz en el  Calvario hace 2000 años.  En nuestras manos tenemos el cofre del tesoro.  Podemos intentar poner en este cofre todas las emociones dolorosas que sentimos hacia quien nos ha ofendido y cerrar la tapa.  Las emociones pueden contener tanta energía que pueden abrir la tapa y quitarla.  Con paciencia podemos recoger todas estas emociones y ponerlas otra vez en el cofre y cerrarlo.  Este ciclo puede continuar una y otra vez hasta que todas las emociones obtengan el punto de que no nos detendremos hasta que permanezcan dentro.



Luego podemos imaginar coger el cofre del tesoro y ponerlo al pie de la cruz.  El cofre puede saltar por atrás a nuestras manos pero pónganse otra vez con paciencia al pie de la cruz.  Este ciclo continuará hasta que las emociones obtengan el punto de que nosotros no detengamos el proceso de estar al pie de la cruz.  Es entonces cuando podremos observar el agua y la sangre de su corazón traspasado derramando hacia abajo de la Cruz y sobre el cofre del Tesoro. Después de esto, podemos marchar sabiendo que el poder sanador de la sangre y del agua ha redimido nuestra dolorosa emoción.  Si notamos que el día siguiente algunas de aquellas emociones están aún en nosotros, podemos repetir el ejercicio.  Esto puede suceder cada día hasta que las emociones que nos causan tanto desorden desaparezcan indicando que ahora podemos perdonar de corazón (de Dennis y Fr. Mathew Lynn S.J).  En nuestro ejercicio del ojo de la mente, encontraremos que el cofre del tesoro rápidamente se hace demasiado pequeño.  Permitirnos a nosotros mismos imaginar que más grande recipiente será más apropiado.



3. EJERCICIO DEL ALTAR

Podemos repetir el ejercicio anteriormente excepto reemplazar poner el contenedor al pie de la Cruz con un altar en lo alto de una montaña alta, así como el que Abraham construyó para sacrificar a Isaac (Gen 22). A pesar de las resistencias que experimentamos en colocar nuestro contenedor pidamos la ayuda de Dios para hacer este último sacrificio a Él.  Si aún resistimos, pidamos a Dios la ayuda para responder ésta pregunta, “Cual es la peor cosa que me pueda suceder si yo pongo este material sobre el altar?” 
Una vez que tengamos una respuesta, entonces podemos pedirle a Dios cómo responder a esta creencia de una forma que traerá una mayor libertad para finalmente poner el sacrificio en el altar. Cuando hemos sido capaces de hacer esto, imaginemos a Dios hacer todo lo que Él necesita  hacer para liberar  y/o transformar nuestros “trastos”.  Esto puede adoptar la forma del fuego del Espíritu Santo consumiendo nuestro sacrificio como el de Elías cuando llamó al fuego del cielo (Re 18:38).



4. ORACIÓN GENERAL DEL PERDÓN

Tan pronto como esté listo, sería una idea buena hacer un inventario de todas las ofensas para las cuales sientes que todavía no has perdonado totalmente a otros.  Tales ofensas son aquellas en las que experimentamos cierto grado de agitación emocional (es decir, ira, amargura, depresión, etc.) cuando pensamos en ellos. Podemos crear una oración que incorporen este inventario de no-perdón. Un formato sugerido sería dividir la oración en tres secciones: cualquier herida o no-perdón que sentimos 1) contra el Señor 2) contra nosotros mismos por nuestros errores y defectos y 3) contra la familia, amigos, vecinos, compañeros de trabajo, etc.. Terminar con una invocación al Espíritu Santo que nos llene con su luz y limpie y cure cualquier dolor y daño restante a causa del no-perdón.  Nosotros podemos orar nuestra oración de perdón una vez al día, deteniendo a celebrar cualquier ofensa que trae una reacción emocional particularmente fuerte.  Podemos movernos después de que sentimos que Dios ha tocado este acontecimiento con su presencia sanadora  para calmar la reacción. Cuando nos ponemos al punto que una ofensa no provoca ninguna reacción emocional, hemos perdonado probablemente a la persona del corazón y podemos cruzarlo del nuestra lista. Una vez que tachamos todas las ofensas, somos hechos (Cf. Perdonar es Divino de Fr. Robert DeGrandis).



5. ORACIÓN INTERCESSORIA

Podemos rezar para que la persona que nos ha ofendido reciba muchas bendiciones de Dios.  Imaginemos poner nuestras manos sobre la cabeza de la persona y actuando como un pararrayos, pasando la bendición de Dios para ellos y experimentando probablemente nosotros mismos ser curados en el proceso. Al rezar por otro, debemos invertir parte de nuestra energía y atención (por ejemplo, tesoro) a bendecirlos como Dios quiere. Como dice Jesús en Mt. 6:21, no podemos evitar el amor a uno a quien hemos dado algo de  nuestro tesoro.



6. RECONCILIACIÓN

Es importante reconocer que aunque el perdón puede ser un paso hacia la reconciliación, ambos no son la misma cosa.  Podemos dar el perdón a nuestros ofensores sin que lo hayan pedido. La reconciliación sólo puede ocurrir si, además de nuestro perdón, el ofensor se refiere a la contrición, pide perdón y se recompensa cuando sea posible. Si discernimos que el Señor nos está pidiendo un tentativo para una reconciliación, pidamos  a Dios

" ¿Cómo puedo lograr mejor la reconciliación con esta persona?" Considere la posibilidad de utilizar los recursos disponibles en los dos últimos folletos  de la Resolución de Conflictos serie para alcanzar este objetivo

(Cf. Sharing Our Perspective:  “Breaking the Ice” y “Encounter”). Franciscan University of Steubenville.



¡Que el Señor bendiga tu sanación!

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