

I
1Altísimo, omnipotente, buen Señor,
tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor
y toda bendición.
2A ti solo, Altísimo, corresponden,
y ningún hombre es digno
de hacer de ti mención.
3Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas,
especialmente el señor hermano sol,
el cual es día, y por el cual nos alumbras.
4Y él es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
5Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las has formado luminosas
y preciosas y bellas.
6Loado seas, mi Señor,
por el hermano viento,
y por el aire y el nublado
y el sereno y todo tiempo,
por el cual a tus criaturas das sustento.
7Loado seas, mi Señor,
por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde
y preciosa y casta.
8Loado seas, mi Señor,
por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche,
y él es bello y alegre y robusto y fuerte.
9Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos
con coloridas flores y hierba.
10Loado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y soportan enfermedad y tribulación.
11Bienaventurados aquellos
que las soporten en paz,
porque por ti, Altísimo, coronados serán.
12Loado seas, mi Señor,
por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
13¡Ay de aquellos
que mueran en pecado mortal!:
bienaventurados aquellos
a quienes encuentre en tu santísima voluntad,
porque la muerte segunda no les hará mal.
14Load y bendecid a mi Señor,
y dadle gracias y servidle con gran humildad.
10. Ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Cuidado de la creación de Dios y de los más pobres y abandonados. Simplicidad en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo. Son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.
11. Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores «invitándolas a alabar al Señor, como si gozaran del don de la razón». Se sentía llamado a cuidar todo lo que existe. Su discípulo san Buenaventura decía de él que, «lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas».
Si no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos. En cambio, si nos sentimos íntimamente unidos a todo lo que existe, la sobriedad y el cuidado brotarán de modo espontáneo. La pobreza y la austeridad de san Francisco eran una renuncia a convertir la realidad en mero objeto de uso y de dominio.
12. «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sb 13,5). Pedía que en el convento siempre se dejara una parte del huerto sin cultivar, para que crecieran las hierbas silvestres, de manera que quienes las admiraran pudieran elevar su pensamiento a Dios, autor de tanta belleza.


Francisco de Asís:
Todos formamos parte de un mismo proyecto creador
